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miércoles, 30 de marzo de 2016

DISCURSO DE JESUS-El Discurso sobre la Certidumbre – Extractos de Documento 142-El Libro de Urantía


Jesus_Apostoles

Uno de los grandes sermones que predicó Jesús en el templo durante esa semana de Pascua fue en respuesta a una pregunta de uno de los oyentes, un hombre de Damasco. Este preguntó a Jesús: “Pero, Rabino, ¿Cómo sabremos con certidumbre que tú has sido enviado por Dios, y que nosotros podremos en verdad entrar en este reino que tú y tus discípulos declaran venidero? Y Jesús respondió:
“En cuanto a mi mensaje y a las enseñanzas de mis discípulos, debéis juzgarlos por su frutos. Si os proclamamos las Verdades del Espíritu, el Espíritu atestiguará en vuestro corazón que nuestro mensaje es genuino. En cuanto al Reino y a vuestra certidumbre de que seréis aceptados por el Padre Celestial, permitidme preguntaron ¿qué Padre entre vosotros, digno de llamarse padre y con un corazón tierno, abandonaría a su hijo en la ansiedad o en el suspenso sobre su posición dentro de la familia o su sitio asegurado en el afecto del Corazón de su padre? ¿Acaso vosotros, padres terrestres, disfrutáis torturando a vuestros hijos con incertidumbres sobre el lugar de amor que ocupan en vuestro corazón paterno humano? Tampoco abandona vuestro Padre en el Cielo a sus hijos de fe del espíritu en la incertidumbre de no saber cuál es su posición en el Reino. Si recibís a Dios como vuestro Padre, de Verdad y de veras seréis Hijos de Dios. Y si sois hijos, os encontraréis seguros en vuestra posición en todo cuanto se refiera a la filiación eterna y divina. Si creéis mis palabras, creéis de este modo en Aquel que me envió; y creyendo así en el Padre os habéis asegurado vuestro estado en la ciudadanía celestial. Si hacéis la Voluntad del Padre en el Cielo, no dejaréis jamás de alcanzar la vida eterna de progreso en el Reino Divino”.
“El Espíritu Supremo será testigo con vuestro espíritu de que sois realmente Hijos de Dios. Y si sois Hijos de Dios, habéis nacido del Espíritu de Dios; y el que haya nacido del Espíritu, tiene dentro de sí el poder de sobreponerse a toda duda, y ésta es la victoria que se sobrepone a toda incertidumbre, aún vuestra fe”.
“Dijo el profeta Isaías hablando de estos tiempos: “Cuando el espíritu se derrame sobre nosotros desde lo alto, entonces la labor de la rectitud significará Pa, Reposo y Seguridad para siempre”. Para todos aquellos que crean verdaderamente en este evangelio, yo seré la garantía de su recepción en la misericordia eterna y en la vida perdurable del Reino de mi Padre. Así pues vosotros que oís de este mensaje y creéis en este evangelio del Reino sois Hijos de Dios, y tenéis vida para siempre; y la prueba para todo el mundo de que habéis nacido del espíritu está en que vosotros os amáis sinceramente los unos a los otros”.
El gentío de escuchadores permaneció muchas horas con Jesús haciéndole preguntas y escuchando atentamente sus respuestas consoladoras. Aún los apóstoles se sentían fortalecidos por las enseñanzas de Jesús, y pudieron predicar el evangelio del Reino con más Fuerza y Certidumbre. Esta experiencia en Jerusalén fue una gran inspiración para los doce. Fue su primer contacto con multitudes tan enormes, y aprendieron muchas lecciones valiosas que les resultaron de gran ayuda en su trabajo posterior.

La Lección Sobre La Familia – Extractos de Documento 142 – El Libro de Urantía

Después del activo período de enseñanza y trabajo personal durante la semana Pascual en Jerusalén, Jesús pasó el miércoles siguiente en Betania con sus apóstoles, descansando. Esa tarde, Tomas hizo una pregunta que produjo una respuesta larga e instructiva. Dijo Tomás: “Maestro, el día que nos seleccionaste como embajadores del Reino, nos dijiste muchas cosas, nos instruiste sobre nuestro modo personal de vida, pero, ¿qué le enseñaremos a la multitud?¿Cómo deben vivir estas personas después de que el Reino llegue más plenamente?¿Deberán tus discípulos poseer esclavos? ¿Cortejarán tus creyentes la pobreza y rechazarán la propiedad privada? ¿Reinará la misericordia por sí sola de modo tal que ya no habrá ley ni justicia? “Jesús y los doce pasaron toda la tarde y la noche después de la cena discutiendo las preguntas de Tomás. Para los fines de esta narración presentamos el siguiente resumen de las instrucciones del Maestro:
Jesús, en primer lugar, trató de aclarar a sus apóstoles que él estaba en la tierra para vivir una vida excepcional en la carne y que ellos, los doce, habían sido llamados para participar en esta experiencia de efusión del Hijo del Hombre; y que, como colaboradores, también debían compartir muchas de las restricciones y obligaciones propias de toda la experiencia de la efusión. Hubo una sugerencia velada de que el Hijo del Hombre era el único que jamás hubiera vivido en la tierra, capaz de ver simultáneamente dentro del corazón mismo de Dios y de las profundidades del Alma del hombre.
Jesús explicó muy claramente que el reino del cielo era una experiencia evolutiva, que comenzaba aquí en la tierra y progresaba a través de las estaciones sucesivas de vida hasta el Paraíso. En el curso de la noche declaró definitivamente que en una etapa futura del desarrollo del reino, volvería a visitar este mundo, en poder espiritual y Gloria Divina.
Luego explicó que la “idea del reino” no era la mejor manera de ilustrar la relación del hombre con Dios; empleaba estos tropos porque el pueblo judío estaba esperando el reino y porque Juan había predicado en términos del reino venidero. Dijo Jesús: “Los pueblos de otra era comprenderán mejor el evangelio del reino cuando se lo presente en términos que expresen la relación familiar: cuando el hombre comprenda la religión como la enseñanza de la paternidad de Dios y de la Hermandad de los hombres, la filiación con Dios”. Luego el Maestro discurrió con cierta amplitud sobre la familia terrestre como ilustración de la familia celestial, volviendo a declarar las dos leyes fundamentales del amor mutuo entre los hijos, de amar a tu hermano como a ti mismo. Procedió luego explicando que esta cualidad de afecto fraternal se manifestaría invariablemente en servicio social, generoso y amante.
Después de esto, sobrevino la memorable conversación sobre las características fundamentales de la vida familiar y su aplicación a la relación existente entre Dios y el hombre. Jesús declaró que una verdadera familia está fundada en los siguientes siete hechos:
1 – El hecho de la existencia. Las relaciones discernibles en la naturaleza y los fenómenos del parecido entre los mortales están vinculados a la familia: los niños heredan ciertos rasgos de los padres. Los hijos se originan de los padres. La existencia de la personalidad depende del acto de los padres. La relación del padre y el hijo es inherente en toda la naturaleza y llena todas las existencias vivientes.
2 – La seguridad y el placer. Los verdaderos padres derivan gran placer de la satisfacción de las necesidades de sus hijos. Muchos padres no se contentan con satisfacer tan sólo las necesidades de sus hijos, sino que disfrutan en disponer también para sus placeres.
3 – La educación y la capacitación. Los padres sabios planean cuidadosamente la educación y la capacitación adecuada de sus hijos e hijas. Se prepara así a los jóvenes para lasresponsabilidades mayores de la vida futura.
4 – La disciplina y el establecimiento de limitaciones. Los padres previsores también disponen para la necesaria disciplina, guía, corrección y, de vez en cuando limitaciones, para sus hijos pequeños e inmaduros.
5 – La camaradería y la lealtad. El padre afectuoso mantiene una relación íntima y amante con sus hijos. Está siempre dispuesto a escuchar sus solicitudes; está dispuesto a compartir sus penas y ayudarlos en sus dificultades. El padre está supremamente interesado en el bienestar progresivo de su progenie.
6 – El amor y la misericordia. Un padre compasivo perdona libremente; los padres no alimentan recuerdos vengativos contra sus hijos. Los padres no son como los jueces, los enemigos o los acreedores. Las familias verdaderas están construidas sobre los cimientos de la tolerancia, la paciencia y el perdón.
7 – Las disposiciones para el futuro. Los padres temporales desean dejar una herencia para sus hijos. La familia continúa de una generación a otra. La muerte sólo acaba con una generación para marcar el comienzo de la siguiente. La muerte termina una vida individual pero no necesariamente la familia.
El Maestro habló durante horas de la aplicación de estas características de la vida familiar a las relaciones del hombre, el hijo terrestre, con Dios, el Padre del Paraíso. Esta fue su conclusión: “Yo conozco a la perfección toda la relación de un hijo con el Padre, porque todo lo que debéis alcanzar en la filiación en el futuro eterno, ya he alcanzado. El Hijo del Hombre está preparado para ascender a la diestra del Padre, de modo que en mí está el camino, ahora abierto aún más, para que todos vosotros veáis a Dios y cuando hayáis completado la progresión gloriosa, os toméis perfectos así como vuestro Padre en el cielo es perfecto”.
Cuando los apóstoles escucharon estas palabras sorprendentes, recordaron los pronunciamientos que Juan hizo al tiempo del bautismo de Jesús, y también recordaron vívidamente esta experiencia después de la muerte y resurrección del Maestro, en relación con sus predicciones y enseñanzas.
Jesús es un Hijo divino, uno que cuenta con la confianza plena del Padre Universal. Había estado con el Padre y lo comprendía plenamente. Ahora, había vivido su vida terrestre para la satisfacción plena del Padre, y esta encarnación en la carne le había permitido comprender plenamente al hombre. Jesús era la perfección del hombre; había alcanzado la misma perfección que todos los creyentes verdaderos están destinado a alcanzar en él y a través de él. Jesús reveló al hombre un Dios de perfección y le presentó en sí mismo el hijo perfeccionado de los dominios a Dios.
Aunque Jesús habló por varias horas, Tomás aún no estaba satisfecho, pues dijo: “Pero, Maestro, no parece que el Padre en el cielo nos trate siempre con clemencia y misericordia. Muchas veces sufrimos duramente en la tierra, y no siempre son contestadas nuestras oraciones. ¿En qué punto fracasamos en captar el significado de tus enseñanzas?”
Jesús replicó: “Tomás, Tomás, ¿cuánto tiempo pasará hasta que adquieras la habilidad de escuchar con el oído del espíritu? ¿Cuánto tiempo pasará hasta que disciernas que este reino es un reino espiritual, y que mi Padre es también un ser espiritual? ¿Acaso no comprendes que estoy enseñándoos como hijos espirituales en la familia espiritual del cielo, de la cual el jefe paterno es un espíritu infinito y eterno? ¿No me permitiréis usar a la familia terrestre como ilustración de las relaciones divinas sin aplicar mis enseñanzas tan literalmente a los asuntos materiales? ¿En vuestra mente no podréis separar las realidades espirituales del reino, de los problemas materiales, sociales, económicos y políticos de la época? Cuando hablo el lenguaje del espíritu, ¿por qué insistís en traducir mi significado en un lenguaje de la carne cuando yo empleo relaciones comunes y literales para fines de ilustración?  Hijos míos, imploro que ceséis de aplicar las enseñanzas del reino del espíritu a los asuntos sórdidos de la esclavitud, la pobreza, las casas y las tierras, y a los problemas materiales de la ecuanimidad y la justicia humanas. Estos asuntos temporales son la preocupación de los hombres de este mundo, y aunque en cierto modo afectan a todos los hombres, vosotros habéis sido llamados para representarme en el mundo, así como yo represento a mi Padre espíritu. A esta altura debería ser posible para mí instruiros como hombres adultos de mi reino espiritual. ¿Acaso debo dirigirme  siempre a vosotros como si fuerais niños? ¿Es que no creceréis nunca en la sensibilidad espiritual? Sin embargo, os amo y os tendré paciencia hasta el fin de nuestra vinculación en la carne. Y aún entonces mi espíritu os precederá en el mundo”.

Fuente: Extractos de Documento 142 – El libro de Urantía
En Amor y Servicio Incondicional,
Viviana Rodriguez Cortejarena – www.vivianarodriguez.com